viernes, 25 de abril de 2014

Pendular entre el apego y la aversión

Nos movemos entre los apegos y aversiones

Si buscamos algo sólido donde asirnos, donde agarrarnos, es porque la experiencia de la vida diaria nos ha acostumbrado a depender de las ideas e intentamos hallar la realidad en estas ideas, imágenes, o representaciones.

Ahora bien, la realidad, nuestra naturaleza esencial, no es ninguna idea, como no es ningún sentimiento, ni nada de lo que va y viene.
Fijémonos que  la mayoría de las cosas,  que nos proporcionan alegría o pena durante gran parte de la existencia, dependen, casi siempre o es consecuencia, de lo que nos dicen o de las cosas que nosotros pensamos que tienen que ocurrir.

 Nos dicen algo que va a favor de nuestros deseos, y automáticamente nos sentimos más tranquilos, más felices, más seguros, como si fuéramos más nosotros mismos. Nos dicen algo que va en contra de nuestros deseos o que aumenta nuestros temores y, automáticamente también, nos sentimos con sensaciones incomodas,  tristes, irritados, contrariados.


Entonces, es preciso tocar la realidad desnuda de la experiencia de dar un salto.  Significa reencontrarse  consigo mismos, sin el intermediario de imágenes preconcebidas, deseos o  previas emociones reactivas o expectativas ansiosas.

Nada fácil, las resistencias son enormes, las dificultades e incomodidad que registramos, al oponemos nos paraliza, aumentando nuestro malestar psicológico y físico. Negando y aumentando las dificultades que toman diferentes formas: como es el víctimismo, las agresiones o la huida, antes que dar el salto, para vivenciar, la experiencia de aceptar la vida tal cual es.