viernes, 24 de mayo de 2013

El continum de experiencias


Somos personas en crecimiento constante en sentido evolutivo, en tanto
que nos  movemos en un continuo de crecimiento, vamos equilibrando nuestro comportamiento, reacciones, sentimientos y pensamientos... un continum de experiencias, que nos permite  pasar de un estado de menor equilibrio, a un estado de  equilibrio superior.
Desde este punto de vista, crecemos porque vamos, como adultos, mejorando nuestro razonamiento con respecto a la inestabilidad y relativa incoherencia de las ideas  infantiles.
Aclarado este punto, podemos entender- que sí, hay actitudes evolutivas,- positivas, que responden a motivaciones evolutivamente maduras. Para entenderlo bien, un ejemplo, la solidaridad es evolución, mientras, que egocentrismo, se corresponde con etapas infantiles,
Es síntoma de un buen crecimiento  cuando entendemos que el amor es un sentimiento para crecer, mientras que el  odio, apunta a lo no evolutivo. Y  la búsqueda de mejoras en nuestro  modo de vivir, de comunicarnos, de sentir y elegir es un buen síntoma de   crecimiento, pues permite que salgamos de  las antípodas del crecimiento, que se encuentra cuando nos manifestamos como infantiles como aspecto de hombre  o como niñas con aspecto de mujer.

Qué ocurren cuándo vivimos con una apariencia física de adulto, sin embargo, seguimos  actuando o reaccionando como niño o niña. o lo que igual, la dificultad de crecer, quizás sea el miedo  paralizante, la inconsciencia o los comportamientos  pueriles, egoístas, caprichosos, molestos que nos impiden desarrollar nuestras  potencialidades o las habilidades, para remontar una crisis, para relacionarnos comprendiendo al otro, para respetar nuestros valores.
Podríamos graticar tal miedo, como un niño herido y temeroso en nuestro interior. El niño que no hemos podido dejar de ser y que maneja el rumbo de nuestra existencia.
Las grandes miserias humanas nacen de nuestro yo infantil e inmaduro.
La crueldad, la envidia, la impotencia, la compulsión al fracaso, o todo vale para conseguir el capricho, no son más  que algunas de sus manifestaciones. Un mundo plagado de guerras e   injusticia es la más trágica de sus consecuencias.
A mi modo de ver, la salida para todos los hombres pasa por el  crecimiento. La  madurez consiste en ver al Tú, el reconocimiento del otro,   en el respeto a sus sentimientos y necesidades. Sin este respeto nacido de    lo profundo del ser no hay ética verdadera.

Cuando crecemos,  pasamos por el estadio de demanda infantil y a medida que vamos madurando lo fácil es que tomemos conciencia de la presencia del otro, del Tú existe. 
 El hombre niño o la mujer niña, en cambio, se quedan estancados en las etapas primarias del desarrollo. Sigue viendo a los demás como un apéndice de sí mismo, cuya única función es girar a su alrededor para complacerlo. como  el bebé  que cuando no lo satisfacen berrear y patalea .
Por lo general, el adulto, buscará manipular con técnicas  mucho más sutiles, pero no de menor contundencia.
Todos tendemos a manipular en algún momento.
Frecuentemente nos cuesta expresar en forma directa lo que deseamos,     quizás,  por temor a ser rechazados o por sentirnos exigentes, o  agresivos cuando pedimos algo.
Existen infinidad de pequeñas manipulaciones cotidianas por las cuales influimos en los demás y a la vez somos influidos.
Manipulamos y nos manipulan. Imponemos y cedemos.
Pero, cuando esta modalidad se vuelve rígida, al punto de que una persona vive imponiéndose o controlando a otra, hablamos entonces de un  manipulador.
un manipulador se convencerá de que amenaza a su mujer para corregirla o para escarmentarla, sin ver que en el fondo se siente como un niño asustado que requiere de la constante atención de ella.

Desde Pino Santo Alto.  Que sean felices.